La noche del 13 de noviembre de 2015, unos terribles atentados acabaron con la vida de 130 personas en París. Ramón González fue uno de los supervivientes y, después aquella fatídica noche en la que cambió su vida, utilizó la escritura para tratar de superar la tragedia. El resultado, Paz, amor y death metal, una crónica a través de la que exorcizar los fantasmas de su pasado.
Isaki Lacuesta, proverbial siempre en la delicadeza de su mirada, se enfrentaba a un reto mayúsculo: abordar un atentado que quedó marcado en la memoria colectiva.
El resultado es una película emocionante, aterradora, libre y consciente de lo que tiene entre manos y que, además, cuenta un hecho terrible a través de las víctimas. Sin sangre, sin tiroteos ni terroristas.
Nahuel Pérez Biscayart y Noémie Merlant están estupendos.